Foto: Itxa, "Caja fuerte"
Es difícil saber cuándo la motivación religiosa te flaquea. Establecer unas pautas de conducta cuando tus puntos de vista son casi imposibles de explicar en un país como Egipto no es fácil. Tienes que ser tú mismo, sin doblegarte ante disicitudes, ni conversaciones que te llevan a decir lo contrario que piensas solo por bien quedar. Lo qué es más complicado que mantenerte 'intacto' en tu círculo metafísico es tratar con proliferadores de su religión y come cocos.
Sin ir más lejos. Ante las actuales noticias (y no tan actuales) sobre grupos islamistas radicales que lavan el cerebro de sus futuros detonadores de bombas humanas, nos encontramos con que los suicidas se encuentran entre nosotros. Pero que no cunda el pánico, no quiero ser parte de un discurso fatalista y caótico, como el que se hace en los medios de comunicación hoy en día. Solo quiero apoyar la teoría de que los más peligrosos no son esa familia musulmana que acaba de venir de Marruecos a vivir en el piso de al lado. No son los inmigrantes. Más de un estudio avala que el fanatismo religioso se da más frecuentemente entre jóvenes conversos, entre personas que ya de por sí son inestables psicológicamente y entre chavales que, nacidos en Europa, creen que volviendo a sus raíces de una manera radical se harán más fuertes.
Es, de todos modos, una fórmula imperfecta la de encontrar el prototipo de fundamentalista religioso. Sobre todo porque a veces se tiende a pensar que ese señor tan bien vestido es imposible que sea una herramienta de Al-Qaeda.
Entre todos los grupos radicales musulmanes que he estudiado, el más cercano y el que más he tenido que tratar personalmente son los salafistas. Por casualidades de la vida uno de mis mejores amigos resultó ser un exsalafista.
Me explicó muchas cosas y me instruyó en este movimiento y su relación con grupos como los Hermanos Musulmanes. Es un mundo por conocer, puesto que incluso entre ellos no hay un consenso.
Cuando un turista que se deja caer por Jan el Jalili en El Cairo se acerca a la tienda del famoso Jordi, famoso por saltarse la norma del regateo y tener fijados los precios, se encontrará con unos revisteros que invitan a coger gratuitamente libritos con teorías y explicaciones a cerca del Islam. Éstos, señores y señoras, son casi los más peligrosos. ¿Por qué? Porque se acercan más a las personas.
Me he leído casi todos sus panfletos, en Jan el Jalili los dejan en español. He inspeccionado y hablado con gente que ha tratado con ellos y, sobre todo, me he encotrado con que en mi misma universidad donde estudiamos árabe los extranjeros, tienen algún que otro estudiante pregonando su ideario.
"¿Qué es para ti una mujer musulmana?". Esto es lo que tuve que escuchar cuando uno de estos estudiantes me vio por vez primera. Pensaba que acababa de caer por ahí. El chaval en cuestión es prototipo número X de musulmán radicalizado: inglés de ascendencia somalí, musulmán, crecido y nacido en Inglaterra. Suelen ser bastante amables, tanto, que si no te das cuenta terminas asintiendo a todo lo que te dice. Pero a esta pregunta... no pude contenerme... "Una mujer musulmana es una mujer, ¿a qué te refieres con que qué es para mi una mujer musulmana?", le contesté. Él me miró cambiando la expresión y me dijo: "Bueno, tenemos hermanas luchando a nuestro lado y..." Luchando. Hermanas.. pies para qué os quiero. No dejaba de sostener en su mano uno de los libelos que tanto me he leído para saber cómo practican el proselitismo más feroz y, tengo que decirlo, irrespetuoso.
Uno de estos libritos se titula: 'Conversaciones entre un musulmán y un cristiano' En él poco menos que rompen con todas las bases de la cristiandad: Jesús no es el hijo de Dios, la Biblia no es un libro sagrado... e incluso dicen que Moisés no era judío. Los extensos razonamientos del Musulmán terminan siempre con un alago del cristiano que, poco a poco, se deja hacer. Finalmente, el último párrafo dice: "la próxima conversación es entre dos musulmanes". ¿Resultado? El cristiano se ha convertido al Islam.
La verdad es que si un cristiano se convirtiera por esas razones se trataría de un cristiano muy tonto. Y, cuando un chaval tan joven, con una carrera en estudios islámicos, te defiende la bazofia que yo tuve que oir sobre las hermanas que luchan, me dan ganas de decirle 'Lo siento' a su padre. Seguramente que ni siquiera su padre sepa dónde se está metiendo el chiquillo.