Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache
Ibn Hazm
Nota de Itxa:
Poco a poco me voy metiendo con las traducciones de poesía, no son lo mío, pero ésta especialmente la traduje del español al árabe -su idioma original, qué irónico- , para escribirla en una instantánea de El Cairo antiguo. Para entregársela a alguien antes de que se marchara. No me da vergüenza publicarla, quizás, por eso. Disfrutad de Ibn Hazm siempre que podáis, y de cada minuto que tengáis, que la vida pasa muy rápidamente y no nos damos cuenta del tiempo precioso que estamos perdiendo.
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