Al hablar de cine egipcio a todos nos viene a la cabeza aquellas películas que, bajo el reinado de Faruk en Egipto, hicieron del Cairo el Hollywood de Oriente Medio. La producción será tal que al final de los años 40 el mercado egipcio alcanzará las 60 películas al año. Tenemos, pues, clásicos como ‘La momia’ (Al-mumiya, 1969), del director egipcio Shadi Abdessalam, que ha sido la base de posteriores producciones a lo americano con muchísimo más presupuesto y decorados que quitan el aliento. Aplicarán también en sus guiones la nueva oleada neorrealista italiana que dejará atrás ese cine comercial de posguerra. En los años 60 casi la totalidad de los cines egipcios fueron nacionalizados; la producción de largometrajes bajará, sin duda perjudicados por las películas americanas, ventana a Occidente que se conformará como medio de ‘modernización’ de Egipto y el resto de países árabes. Pero siempre quedará en la historia que Egipto fue el primer país en llevar el idioma árabe a la gran pantalla.
Tras la época dorada del cine egipcio muchas han sido las críticas que han llovido sobre la tendencia actual, "es muy difícil lograr un equilibrio entre arte y comercio. Nosotros sentimos que los últimos cuatro años de nuestro cine han sido escandalosos". Esta es la opinión del crítico Rafeek Alsaban, si bien, también es verdad Perogrullo que sigue habiendo películas que llegan a presentarse en los festivales internacionales más importantes, como es el caso de “¿Es esto un caos?”, del director Youssef Chahine.
Zamboozo, un talento del cine independiente egipcio
Y, en estas líneas, es menester presentar a una joven promesa del cine egipcio que ya ha logrado presentar una de sus películas en el FIPA, Festival International de Programmes Audiovisuels, que se celebra en Biarritz cada año. Además, Mohamed Salah, más conocido como ‘Zamboozo’ fue uno de los jóvenes directores de todo el mundo seleccionado por el Berlin International Film Festival (Berlinale) para participar en la sección Talent Campus. Él mismo cuenta a Entre Oriente y Occidente (Objetivo Oriente Medio) cuán difícil es el mundo del cine independiente (para un joven egipcio) en este momento en el que conseguir presupuesto es tarea más que complicada.
“Comencé mis estudios del cine en 2003 y desde entonces he continuado mi formación con productoras independientes, mi primer trabajo fue el corto By Psychoten 10 and a half mg”. Este corto sería el comienzo de su carrera, un corto que refleja el autoritarismo, frente a la libertad individual, encarnado en esta película en el propio entorno social y familiar. Todo, a través de los ojos de un hombre que quiere dejar de fumar y, por supuesto, un presupuesto mínimo que no le dejó exento de la posterior aprobación que recibió de la crítica cineasta.
Trailer de Goozor
Pasado un tiempo Zamboozo recibió una beca de la Asociación Almowred Al-Thakfe, cuyo papel es apoyar el cine independiente egipcio, con la que le fue posible dar comienzo a su, entonces, próxima película Goozor (Islas, en árabe) que continúa en la línea de cine independiente. Esta película contó con la colaboración de la productora de cine independiente Semat, el Centro Cultural Francés en Alejandría y High Hit. “El conflicto sobre el cine independiente hoy en día es si pueden ser considerado realmente independiente. Es una situación confusa”. Lo es, porque mientras hay algunos directores que se hacen llamar independientes, recibiendo buenas cantidades de dinero gubernamental o de importantes fundaciones (que, al fin y al cabo, pertenecen al gobierno), otros como Zamboozo siguen luchando por recrear la verdadera esencia del cine independiente. Por otra parte, “el panorama del cine corto va mejorando en Egipto. Los medios de comunicación parecen interesarse más por el tema”.
No fue ninguno de sus cortos, sino su primer largometraje el que finalmente le llevaría a salir por vez primera de este país. Goozor, Islas, debutó en el FIPA, Festival International de Programmes Audiovisuels, el año pasado; también fue proyectada en el Berlin Internacional Film Festival, tras la previa llamada sorpresa de esta Berlinale (Berlin International Film Festival) con la invitación a participar en la sección Talent Campus, para jóvenes directores . “Imagínate, justo te encuentras buscando como loco presupuesto para tu última película y, de repente, te llaman de Berlín para decirte que vas a conocer a los mejores directores y productores de cine”… El milagro se hizo.
Y, no quedó allí la cosa. “Marian Jury, la directora (y productor) más importante en Egipto me llamó interesada en ver mi película. Todavía me pregunto por qué eligieron una película realizada con tan bajo presupuesto”. Algo que queda patente al visualizarla, al igual que su destreza para llevar a la pantalla temas sociales de su país a través de un grupo de personajes, muy cercanos a la vida cotidiana, que no se conocen entre ellos pero que tienen en común la soledad y a la alienación.
“Recuerdo que, en los talleres y sesiones de discusión que nos dieron directores y productores famosos, nos animaron a hablar e interrelacionarnos con ellos. Ellos serían el enlace entre los estudios y los directores, entre el dinero y el talento.” Bajo esta nube de ensueño Zamboozo cambia su expresión y afirma categóricamente que “todo esto (haber sido seleccionado por la Berlinale, conocer a famosos productores…) puede no significar nada”. “Te dicen que sí, que puedes trabajar en el cine con grandes producciones pero (…) luego no hay dinero para financiar estas películas. Y no hablo sólo de Egipto, claro, es un problema a nivel mundial”.
Sin embargo, este pesar no parece haber frustrado su carrera como cineasta independiente. “El próximo mes viajo a Jordania para trabajar en el guión de mi próximo largometraje”. Prepárense entonces, señores espectadores, para una película sin final que les hará pensar en el día a día, en sus acciones y reacciones. En ustedes mismos como protagonistas de la tan impredecible película de la vida.