En 1979 la tríada Sadat- Begin- Carter pusieron fin a una negociación que a punto estuvo de fracasar. Por un lado, Israel se comprometía a devolver el territorio ocupado egipcio del Sinaí; por otro, Egipto reconocía el Estado de Israel. En cuanto al tema palestino, se establecía un calendario a seguir para establecer un régimen autónomo en Cisjordania y la franja de Gaza.
El espíritu pacífico de estos acuerdos no fue tal. No nos engañemos. Egipto, al principio, no estaba dispuesto a lidiar directamente con un país enemigo que le había hecho la vida imposible durante sucesivas guerras. Para los americanos, los Acuerdos del Camp David se han convertido en un mito 'a seguir' en política internacional. Ahora todo el mundo está pendiente del nuevo presidente americano: Obama, que dejará de ser 'nuevo' presidente en cuanto se publique su primer fracaso... ¿cambiará la política con Israel? ¿Mano firme o claudicará al lobby israelí? Afortunadamente, no son todos los americanos quienes aplauden este momento de la Historia. En este enlace de la página del Wall Street Journal leemos la crítica del periodista Arthur Herman: The truth is that Mr. Carter never wanted an Egyptian-Israeli agreement, fought hard against it, and only agreed to go along with the process when it became clear that the rest of his foreign policy was in a shambles and he desperately needed to log a success. [La verdad es que el Sr. Carter, nunca quiso un acuerdo israelí-egipcio, luchó duro contra él, y sólo se puso de acuerdo para continuar con el proceso cuando se hizo evidente que el resto de su política exterior era un desastre y lo necesitaban desesperadamente para anotarse un éxito]. Treinta años después, el futuro del pueblo palestino sigue viéndose borroso, empañado por un bloque económico israelí, una presión que no se ve, pero que se respira y sufre. No teniendo si quiera un Estado, tampoco los palestinos pueden hacer una vida normal y son muchos los que ya están hartos de escuchar las promesas de Hamas o Al Fatah. Y, si en Gaza o Cisjordania no están celebrando este 30º aniversario... en Egipto, tampoco. Se reelen las críticas más analíticas como las que hizo Edward Said "This great plan, of course, failed completely" [Este gran plan, por supuesto, fracasó completamente]. O puede ocurrir, como apunta el periodista Juan Miguel Muñoz en el pais: "Siempre fue una paz gélida (...) Y los turistas egipcios y sus profesionales rechazan viajar a Israel". A este pesimismo se le suma otro: Netanyahu. La doble personalidad de este hombre me recuerda a Dos Caras (personaje de Batman). Por un lado, promete la paz, el desarrollo económico para los palestinos; por otro, descarta la creación de un estado palestino y continúa su expansión colonizadora por Cisjordania. De momento, así seguimos: un cambio del que solo emana más sangre y falsas promesas. Treinta años de mención y enlaces a la página web del Museo de Carter y sus Acuerdos de Camp David. No quería mencionar el 'triste' papel de la Liga Árabe en todo esto. Controlada por los wahabis de Arabia Saudí que se dan la mano con las empresas y gobierno norteamericano, ¿están dispuestos a ceder un poco de riqueza por la vida palestina? Egipto ya no controla lo que debería controlar. Hay miedo... recuerden lo que le ocurrió a Sadat tras la firma de estos tratados: fue asesinado por un fundamentalista islámico. La causa va más allá de el reconocimiento del Estado de Israel, Sadat ensució toda una religión, la traicionó. Este es el problema que aparece cuando se confunde nación con religión. Aunque, también es verdad que existe otro problema peor: confundir paz cuando No la hay
No hay comentarios:
Publicar un comentario