Algunos han comparado la Spanishrevolution con este Mayo del 68 |
Así dice el protagonista y relator de Samarcanda, estupenda novela de Amin Maalouf. Es justamente lo que estoy pensando en estos momentos. Desde la sacudida de la última guerra mundial, el globo no había parecido estar tan convulsionado. La historia de las democracias, las democracias híbridas, las dictaduras... parece estar ahora escrita por manos de descontento, de rabia contenida, de reproche y de condena.
Muchos han querido establecer ese paralelismo entre las revueltas árabes y las españolas, como el sociólogo Jaime Pastor que ha declarado que en ambos casos se trata de un efecto catalizador de su malestar frente a la salida que se está dando a la crisis desde los gobiernos. Aunque no deberíamos poner al mismo nivel las sociedades árabes, como la tunecina, la egipcia, o la siria y la sociedad española. Como tampoco se debería llamar "revolución" a lo que está ocurriendo en España.
Se habla de gobiernos decepcionantes para la juventud. Sin embargo, siempre se encuentran voces que no se alzan, ni siquiera en estos momentos de darse a la pasión revolucionaria (que puede que, además, solo ocurra una vez en la vida). Tanto en Egipto, como en España, algunos jóvenes se siguen quedando en sus casas, buscando en la parsimonia cierta estabilidad. Claro que, tampoco se debería comparar un joven que vive en Egipto y otro que vive en España. Cada uno habita en mundos tan dispares como es el jugarse la vida o jugarse una zurra de golpes de porra.
En Túnez, Egipto, Siria, Libia, Marruecos, Bahrein... se están jugando la vida, en España no. Si en España había crisis, imagínense si había crisis en Egipto -por ejemplo- que casi ni se notaba. Digo casi, porque a veces sí se podía percibir el descontento, cuando afectaba claramente a un bien que es de gran necesidad, como el pan o la gasolina.
El viernes pasado me tocó hablar con un par de "revolucionarios socialistas" que se empeñaban en calcar la valentía de los egipcios del 25 January. A parte de comentarles lo que acabo de escribir en líneas anteriores, les dije que ellos tenían también otro tipo de inspiración que en Egipto no existía: la Teoría. Muchos pueden llevar un libro de Marx o Bakunin bajo el brazo a una manifestación, pero en Egipto llevaban un pan. ¿Qué significa esto? A mi entender está claro: una persona que pasa hambre no tiene la fuerza suficiente de empaparse de teorías de alienación y, si la tiene, seguramente la gastará trabajando de lo que sea para llevar el pan a casa.
Estoy un poco crítica porque hoy me he dado cuenta de que todavía en Siria se está permitiendo una masacre y nadie hace nada para impedirlo. Y es que el juego de poderes es algo que dejo para los entendidos, pero a mi me frustra oír su demagogia sobre la dinastía Assad que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
¿Qué ocurrirá dentro de diez, veinte, cien... años?
Que el diablo será más sabio.
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