17 de octubre de 2008

La virginidad y el honor. Del teatro a la realidad

Puede resultar difícil hablar sobre virginidad y honor en un teatro egipcio, más todavía si esto se cuenta a través de la novela “Crónica de una muerte anunciada”, adaptada al árabe egipcio. A pesar de las constricciones sociales no fue tan complicado. Lo importante era provocar y poner en común sociedades que todavía se rigen por la tradición y la religión como es el caso de la sociedad egipcia y la sociedad sudamericana. Crónica de una muerte anunciada es, quizás, la obra más famosa del Premio Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez que ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos, el árabe. Sin embargo el joven director, Ahmed Saleh, ha decidido ir más allá y hacer accesible esta obra adaptándola al árabe egipcio, una variante coloquial que verdaderamente se utiliza, no como el caso del árabe clásico al que muy pocos árabes pueden acceder. La pasada semana, el Centro Cultural Francés de la ciudad egipcia de Alejandría albergó el debut de esta obra. Muchas fueron las caras de asombro que finalmente se dejaron llevar por la oscura atmósfera que embriagaba el escenario, un escenario preparado al detalle, al más claro estilo vanguardista. Objetivo Oriente Medio estuvo charlando después con ellos...
Cuatro mujeres ante el honor y la castidad
En la novela de García Márquez, una familia entera conspira para asesinar al hombre (de nombre Santiago) que desfloró a su joven hija cuyo marido decide devolverla a sus padres tras descubrir que no era virgen. La obra de Ahmed se centra principalmente en el ámbito femenino, siendo cuatro las únicas actrices de esta representación: cuatro mujeres, tres de ellas egipcias, y una española.
Santiago, también está presente, puesto que en el fondo del escenario se proyecta de forma ininterrumpida un video con el actor Khaled Raouf, que también se ocupa del entrenamiento y adiestramiento de las actrices, además de la puesta en escena.
“En el mundo de las mujeres, los hombres son como fotografías. Como esas fotografías de hijos, padres y abuelos que se cuelgan en las paredes de las casas”, explica el director. Todo esto ocurre rodeado de una sociedad, la sudamericana, en la que todavía permanecen viejos hábitos, tradiciones y una ardua responsabilidad para con la religión. "Lo que hacemos en esta obra está un poco oculto, como se diría en inglés walking on the cover”, afirma Khaled, el devoto Santiago que finalmente es asesinado. Khaled nos aclara un poco más la idea de tener una atmósfera completamente femenina en el escenario: “No podemos hablar de honor si no hablamos de mujeres, incluso si estamos en un mundo de hombres”. Como ustedes ya sabrán ésta es una novela basada en hechos reales, lo cual nos induce a pensar si es posible que esto ocurra en otras sociedades, como la española o la egipcia.
Hablando en plata sobre un tabú social
Para que la audiencia pudiera entender los diálogos, el director decidió utilizar el árabe egipcio y no el árabe clásico que es el que siempre se usa en los libros. Estaba convencido de que “semejante tema estaría mucho más cercano al público si éste era discutido en Ameya (árabe egipcio)”. Por supuesto, en Egipto, este tema se considera tabú aunque de todos es bien sabido que se habla y se discute en muchas ocasiones. “Nosotros hablamos sobre este tema en concreto, sí, pero nunca en público. Muchos lo criticamos, incluso lo despreciamos, pero nunca lo hacemos en público”.
Las costumbres egipcias sobre el sexo nada tienen que ver con Europa o Estados Unidos. A penas existen las prácticas sexuales antes del matrimonio y, en los casos que sí las hay son casos de mezclas de nacionalidades porque una egipcia –sea cristiana o musulmana- solo debe perder su virginidad con su marido. Tal y como ocurre en la novela de García Márquez. Además, hay que recordar que Egipto es uno de los países donde más se practicaba la ablación –la amputación del clítoris- a pesar de los esfuerzos que el gobierno hace para poner fin a esta práctica a través de prohibiciones y educación sexual.
Ahmed no quería que el público se personificara con la obra. “Si tú ves un problema desde lejos, te sientas y lo contemplas. Pero, si lo ves desde cerca, te echas para atrás”. Los dos principales organizadores de la obra, Ahmed y Khaled, tienen muy clara la idea que gira en torno a la mujer en Oriente Medio: “Debido a la religión, las mujeres se resumen en… algo sexual”. Esta es otra de sus provocaciones, provocaciones que se pueden percibir a lo largo de toda la representación hasta llegar al punto culminante.
Durante el final de la obra tres de las actrices cogen sendos cuchillos y comienzan a bailar como si estuvieran en un éxtasis, mientras Yolanda –la actriz española de esta obra- canta ‘La Llorona’. Representan nada más y nada menos que el momento del asesinato de Santiago, y aunque esto parezca una instigación, las mujeres terminan en la cocina cortando pescado. “Si representáramos esta escena como en la novela, hombres matan a hombre por el honor de una mujer, entonces esto no provocaría a la audiencia sino que llegarían a sentir indiferencia. Indiferencia ante algo que para ellos es normal”.
Otro punto de vista
Para Yolanda, una de las cuatro protagonistas de esta obra, esta aptitud y manera de pensar no resulta tan llamativa, no porque esté de acuerdo sino porque ha estado viajando y viviendo en otros países desde hace muchos años.
A pesar de que Ahmed y Khaled llegan a la conclusión de que “la naturaleza del ser humano no acepta culturas, ni religiones, diferentes”, tenían muy claro que perseguir y convencer a Yolanda para que participara era algo vital. “Ella es la otra cultura. No es árabe. Puede realmente hablar sobre este tema ya que no le concierne tanto como a las otras actrices”. Se puede llegar a pensar que es fácil hacer una obra de teatro en cualquier parte del mundo, pero en algunas sociedades la sola idea de vestir de blanco –incluso en el teatro- si no se es virgen es una complicación más para el director.
En Suramérica la gente todavía es muy conservadora y la religión tiene un papel muy importante, como aquí en Egipto, es una mezcla inseparable entre tradición, cultura y religión, lo que crea una sociedad patriarcal y machista”. Y todo esto es lo que ellos han querido reflejar en la obra, la verdadera atmósfera femenina cargada de partículas de machismo y conservadurismo donde el honor es lo principal.
Cuando, durante la representación, una de las chicas me dice que el amor puede ser aprendido, yo me río y repito su frase con un tono burlón. Esta es exactamente la manera de pensar que había antes en España. La familia era la que elegía por ti, la familia decidía lo que ibas a hacer con tu vida”. Yolanda cuenta esto no sin dejar de añadir que esto mismo ocurre hoy en día en la sociedad egipcia, una sociedad a la que ya está más que acostumbrada después de seis años.
Es otro punto de vista, aunque es algo que no se puede cambiar de la noche a la mañana, por muy occidentalizado que pueda llegar a ser un país árabe. Como dicen Ahmed, Khaled y Yolanda, es algo más que religión, es tradición. ¿Dejaríamos los españoles de comer las uvas en Noche Vieja si nos dijeran que es malo, que las prácticas del resto del mundo son diferentes?

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