7 de noviembre de 2008

Living in Egypt...

Foto: ITXA.
Vivir en Egipto sigue siendo una aventura día a día. ¿Qué más puedo pedir de un país que me ha acogido con los brazos abiertos? Todavía me siguen sorprendiendo cosas como cuando veo la tele nacional, ¡hay que ver qué malos son haciendo la realización o la edición o simplemente utilizando imágenes antiquísimas que parecen transportarte a los años 80! Cuando salgo a la calle voy contando y haciendo estadísticas mentales del ratio de mujeres que han decidido ponerse el burqa este año –en Ramadán-. Va creciendo… sobre todo en Alejandría. Las calles siguen en su estado de limpieza que debe ser revisada. Un amigo francés-argelino trabajaba hasta hace poco en la compañía –capital francés- que se encargaba de la limpieza de las calles… Lo conocí en una reunión de expatriados, de esas que hacemos los fines de semana, y cuando me dijo esto no pude aguantar la risa y decirle con guasa: -Madre mía, ya podríais hacerlo mejor, ¿no? Acaba de dejar su trabajo. En el Instituto Cervantes, haciendo el examen oral al grupo avanzado me encontré con un hombre que se dedica a la fabricación de lo que vienen a ser tiritas, vendajes y otros utensilios de S.O.S. Me dio unas muestras de tiritas Shreek y Mi pequeño Pony muy muy monas que me sirvieron para la rozadura que me están perpetrando las botas militares (estilo que no he abandonado desde mi adolescencia) tan útiles ahora que comienzan las lluvias torrenciales mediterráneas en esta parte del planeta. Los edificios
Foto: ITXA Siguen provocando en mi un triste sentimiento de metrópoli perdida y dejada en el olvido del polvo y la salitre corrosiva –una vez más, la falta de limpieza de las fachadas-… Las parejas… Foto: ITXA
Bueno, sobre esto hay muchas historias y, como os decía al principio, no deja de sorprenderme. Está, por ejemplo, la historia un amigo español que se encontraba un día con una amiga egipcia en una cafetería. Como sus hombros se iban acercando mucho cuando hablaban, el camarero decidió darles un toque ‘de decencia’… Y el mar
Sin él no hay aire que respirar. Provoca momentos de espontaneidad entre los egipcios. Sin tapujos, sin vergüenza, todos se ponen a bailar y a tocar percusión. Creo que solamente aquí los hombres llegan a bailar mejor que las mujeres ¡la danza del vientre! El idioma todavía se resiste a ser dominado, lo mejor sigue siendo salir a comprar a las tienduchas, evitar el Carrefour y los grandes supermercados. Estudiar. Pero, claro, teniendo luego que pensar en árabe clásico en la universidad, el árabe coloquial egipcio queda en la retaguardia… aunque seguirá siendo el que vaya utilizando en otros países árabes. Sin embargo, aquí estamos en un lugar políglota. Las calles te hablan en griego, en armenio, en italiano, en francés, en inglés… Y teniendo sólo el francés y el inglés a veces te sientes pobre. Como cuando vas a hacer la compra y no haces más que mirar y recontar el dinero que te llevas, por si no te llega. Este popurrí te provoca algún dolor de cabeza que otro. Terminas hablando en cuatro idiomas en una misma mesa rodeada por no más de seis o diez personas.
Una locura

1 comentario:

Miriam dijo...

En breve viajo a Egipto!!! Gracias de nuevo por tu maravilloso blog!