A la mañana siguiente un grupo de turistas cogemos un microbús desde el hotel para ir a Crac de Chevaliers (Crac de los Caballeros o en árabe Qalat al-Hosn). Por el camino me quedo encantada con los paisajes montañosos, a veces verdes, otras marrones, depediendo del cultivo que se extienda. En Siria el porcentaje de tierra de pasto y esteparia asciende al 45%, un 3% es bosque y un 33% es cultivable. El restante 20%, como se podrán imaginar, es desierto. Si bien, este país cuenta con abundantes lluvias (concentradas entre octubre y mayo) en zonas costeras al Mediterráneo, además de contar con el caudal del río Éufrates que se convierte en la fuente de irrigación más potencial.
(Foto: ITXA)
Desde el microbús puedo divisar mucha viz, de esta parte de Siria es conocido el buen vino de los sacros monasterios, el ganado ovino pastorea acompañado de burro, perro y, bien chaval bien moza, buscan para su rebaño zonas de alimento alejadas de las canteras. Entrando en los pueblos me fijo en que la maquinaria agrícola no está nada mal, aunque por supuesto continúa pesando la recolecta manual (hombres, mujeres y niños por igual).
Paramos a repostar en una gasolinera y pregunto al conductor a cuánto se ha quedado la gasolina por esta parte del mundo, después de la escalofriante subida del 10%: "ahora esta a 45 liras el litro". Hace dos años estaba a 25.
Poco a poco se va divisando la fortaleza de Crac de Chevaliers, el castillo que el emir de Aleppo construyó en 1031 pero que después tomarían los Cruzados como sede central de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalem. Vale. Hagamos una cosa, antes de empezar con la historia... Visualicemos la película del Reino de los Cielos puesto que es en este contexto donde podemos situar este favuloso castillo. (Foto: ITXA. Crac de Chevaliers)
Los cruzados tuvieron que hacer frente a numerosos ataques de sus vecinos musulmanes (hasta 12 asaltos dicen los historiadores), al final, claro esta, los Cruzados decidieron desistir y seguir su camino a Jerusalem. Uno de los atacantes del castillo fue Yusuf Salah-El Din, o Saladino, el 'unificador de fé'. En Damasco se puede encontrar una de las estatuas dedicadas a este señor que luchó fervientemente contra las Cruzadas provinientes de Europa y logró recuperar Palestina del Reino de Jerusalem. Tras este hecho, fue cuando Ricardo I de Inglaterra, Ricardo Corazón de León, dio comienzo su mítica Cruzada (la tercera), la que todos conocemos de sobra.
Qué lejos se ven estos confrontamientos y qué cerca se deja ver desde este castillo las actuales guerras y continuos ataques que en Oriente Medio protagonizan unos y otros, unos con el negro disfraz de cruzados y otros con la túnica también ensangrentada. De momento, en las noticias se lee la paz en los titulares, pero nadie sabemos si al firmarla se cogerá la pluma lo suficientemente fuerte y firme.
(Foto: ITXA. Crac de Chevaliers)
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